jueves, 3 de mayo de 2007

El realismo clásico y el realismo defensivo


La teoría de las Relaciones Internacionales ofrece dos teorías inmediatas para la pregunta central de este trabajo: ¿en qué condicione los países expanden sus intereses políticos hacia el exterior? Estas dos teorías de política internacional, que intentan explicar el comportamiento de un Estado son el realismo clásico y el realismo defensivo. Ambas parten del mismo argumento: “En la arena internacional se mueven estados con fuertes limitaciones y oportunidades que no les resulta fácil de ignorar; pero, desde allí, cada teoría elabora hipótesis diferentes”[1] El realismo clásico supone que los intereses de un país están determinados por sus recursos materiales frente a la de las otras naciones: por ello los estados se expanden cuando pueden hacerlo. No lo hacen en cualquier momento, hacia cualquier parte, si no de una manera racional, en momentos y lugares donde los costos y los riesgos sean mínimos. Quien lleva adelante la política exterior no es la nación en su conjunto, sino su gobierno; en consecuencia, “lo que importa es el poder del Estado y no la pujanza de la nación. El poder del Estado es esa porción del poderío nacional que el gobierno puede arrancar para sus propósitos, y refleja la mayor o menor facilidad con la que quienes toman las decisiones pueden lograr sus fines”.[2] De ahí que la estructura, el alcance y la capacidad del Estado resulten cruciales para explicar el proceso por el cual algunas naciones se vuelven cada vez más activas en el escenario mundial.
La segunda teoría sobre política exterior, el realismo defensivo, sostiene que los estados buscan seguridad más que influencia y, por lo tanto, las naciones expanden sus intereses en el exterior al verse amenazadas. Se expanden en momento de inseguridad, y lo hacen para enfrentar a naciones poderosas con intenciones agresivas. En la ausencia de un clima amenazante, los estados no tienen incentivo razonable alguno para expandirse: no lo hacen cuando pueden, sino cuando lo necesitan. Stephen Walt, Jack Zinder y, antes que ellos, John Herz, son los más destacados de esta variante del realismo.
No obstante, el realismo defensivo en las amenazas resulta inútil en el plano teórico. El concepto de amenaza es demasiado maleable; los hombres de Estado, entes que reconocer sus deseos de ejercer influencia y hasta hegemonía, con frecuencia fabrican “amenazas” y “peligros para la seguridad” a fin de justificar la expansión. Cuando los políticos hablan de “seguridad nacional” para defender un comportamiento agresivo, aquella explicación de la expansión pierde todo sentido. Y, lo que es aun más importante, el realismo defensivo da muy pocas razones que expliquen la política exterior en concreto. El sistema internacional, de acuerdo con el realismo defensivo, lleva a los estados a realizar una política exterior mínimamente activa. Y, sin embargo, puesto que la mayor parte de las grandes potencias fueron siempre expansionistas, todas deberían considerarse excepciones a la regla. La conducta de una gran potencia, desde esta perspectiva, sería completamente anormal. Los realistas defensivos piensan que los estados aprendieron de la historia que la expansión no tiene sentido: “que buscan el equilibrio con los otros en lugar de saltar a sus carros de guerra, que con frecuencia la defensa es más fuerte que la ofensa… y argumentos parecidos. Tal vez sea así, pero las lecciones de la historia no son científicas. Quizá los realistas defensivos estén en lo cierto al afirmar que los estados deberían aprender ciertas lecciones, pero, ¿lo hacen? La buena teoría explica cómo funciona el mundo, no cómo debería funcionar.”[3]
En base a las dos teorías anteriores, ¿Se expandieron los Estados Unidos para contrarrestar amenazas, como lo habría predicho el realismo defensivo? ¿O para ensanchar su influencia, reduciendo la brecha entre el poder del Estado y los intereses políticos extranjeros, como sostendría el realismo clásico?
[4]
[1] Zakaria, Fareed. De la riqueza al poder. Princeton: Princeton University Press, 1998, págs.19
[2] Hunt, Michael. Ideologia y Politica Exterior Estadounidense. New Haven, Connecticut: Yale University Press,1987, págs.56
[3] Zakaria, Fareed. De la riqueza al poder. Princeton: Princeton University Press, 1998, págs.22
[4] La imagen fue tomada del sitio: http://xideralismak.blogspot.com/2006/10/el-poder-en-nuestras-manos.html

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